Aun recuerdo el triste día en el que se marcho…
era muy temprano, incluso para nosotros, se despertó sin avisar y se metió a
bañar, plancho su mejor camisa, lustro sus botas y con una pequeña lagrima en
los ojos y un beso en la frente me despertó; exhausta le pregunte – ¿a dónde
vas?
A lo cual fríamente me respondió:
-me voy.
Sin decir más tomo su mochila y se llevo consigo todas las hojas de papel,
todas las plumas, un boleto de metro y la foto que nos tomamos aquel verano en
esa fuente.
Cerro suavemente la puerta sin decir más, y con una
mirada me dio a entender que ese era el “adiós” desde esa triste mañana la duda
me corroe, pensando en por qué se marcho, y hoy lloro de triste forma en la
almohada de aquella cama que ocupe con él.
-Reynaldo Tellez.
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